Definitivamente, Internet es algo grandioso y maravilloso para la enseñanza y el aprendizaje si sabe utilizarse como fuente del conocimiento. Indagando sobre las visitas de Rockefeller a la Rusia de Lenin me encontré con una pieza, así lo pienso, de la mentira grotesca, sucia, infame, desgraciada, irrespetuosa y perversa: que el camarada Trotsky era informante del Gobierno de Estados Unidos… Pero, pero así no lo titulan en su campaña de desprestigio contra el gran maestro revolucionario sino que lo hacen con la siguiente perversión: “Trotsky fue un agente del FBI”. Comenzando se desenmascara la muy mala intención de los enemigos de Trotsky.
El imperialismo es capaz de todo lo asqueroso en relación con la mentira. No tiene reparo ni escrúpulo de ninguna especie en crear informaciones, matrices de opiniones y todo género de mentiras para convertir una víctima en victimario, para desprestigiar líderes o personas, para desfigurar la personalidad de hombres y mujeres que han dejado sus nombres muy en alto en la lucha de clases como en los combates y batallas contra el capitalismo y por el socialismo o comunismo. A Lenin lo acusaron de ser agente del imperialismo alemán como a Trotsky lo acusaron, uniéndose también a la falacia o la mentira el Gobierno Soviético presidido por Stalin, de ser agente de todos los gobiernos imperialistas y, por si fuera poco, de traidor a la patria URRS.
Dicen que Rockefeller estuvo emocionado del mural pintado por Diego Rivera en el edificio RCA en su complejo en New York hasta que se dio cuenta que Lenin aparecía en el mural. Le pidieron a Diego que lo borrara, pero éste se negó por lo cual cubrieron el mural para que no lo vieran y después lo destruyeron. Los oligarcas se indignaron de ver al jefe bolchevique pintado en la fallada de un edificio de uno de los hombres más ricos de su tiempo y en plena nariz del imperialismo. Rivera, en cambio, volvió a pintar ese mural pero en el Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México.
El mundo conoció la amistad que unió a Trotsky con Rivera pero igualmente de su enemistad y alejamiento total que acabó para siempre con la relación de camaradería entre el gigante de la política revolucionaria y el gigante del arte muralista. Pero también sabe el mundo político las contradicciones no sólo de Trotsky con el régimen soviético dirigido por Stalin sino del muralista Rivera con el partido comunista mexicano. Rivera fue un crítico radical al pacto que sellaron Stalin y Hitler en 1939, lo cual le valió serias arremetidas de comunistas mexicanos contra él. Sin embargo, en honor de Rivera, la Historia condenó ese pacto que fue utilizado por el nazismo para ganar tiempo y enredar a la dirección del Estado soviético que luego se vio obligada a responder al nazismo porque Hitler violentó conscientemente toda la relación de no agresión que antes había firmado con Stalin y que éste creía cumpliría al pie de la letra.
Rivera fue expulsado del Partido Comunista. Y varios años después comenzó a ser acusado de trabajar para el Gobierno estadounidense, pasarle información al FBI, según unos investigadores del país imperialista. Pero esos investigadores, quién sabe pagados por quién, decidieron ir más lejos como si el mundo político (de derecha, de izquierda o del centro) es totalmente integrado por bobos, gafos o tontos útiles, sacaron a flote que el camarada Trotsky, ese que fue Presidente del Soviet de Petrogrado, ese que dirigió la Insurrección de Octubre de 1917, ese que organizó el Ejército Rojo en un año, ese que aportó al marxismo la teoría de la Revolución Permanente, ese que fue el revolucionario más odiado por los imperialistas, los socialdemócratas, los reformistas, los revisionistas, también fue un informante del Gobierno de Estados Unidos. La muy mala intención de los “investigadores” estadounidenses no deja duda de ninguna naturaleza.
Pero, para que no les caiga la maldición de Malinche a los que crean en esa falacia, aceptemos que efectivamente el camarada Trotsky informaba no específicamente al Gobierno de Estados Unidos sino a muchos gobiernos en el planeta. Pero también lo fue el camarada Lenin. Ahora lo que debe tenerse muy claro es qué tipo de información daban, por ejemplo, los camaradas Lenin y Trotsky a otros gobiernos. Sencillo: denunciaban las pretensiones de los imperialistas, expresaban las inquietudes de la revolución y del socialismo y eso lo hacían de forma pública y no en secreto, porque la diplomacia de la Revolución Bolchevique fue, desde el primer momento, pública y no secreta. Ahora nadie, absolutamente nadie, puede acusar a los camaradas Lenin y Trotsky debe haber informado unas sola palabra, pública o privadamente a ningún Gobierno en el mundo, sobre las acciones que planificaban para impulsar la lucha revolucionaria y que debían ser sorpresivas para los enemigos del proletariado y del socialismo.
Sabemos, por ejemplo, que el camarada Trotsky le informó a muchos gobiernos capitalistas sobre los planes del nazismo, de Hitler, sobre las consecuencias de la guerra. Pero eso también iba a dirigido a los oídos del Estado Soviético pero lamentablemente éste no escuchaba ni prestaba atención a ninguna de las verdades que decía el camarada Trotsky. De tal manera que la acusación de que el camarada Trotsky era informante del Gobierno de Estados Unidos, para hacer creer que trabajaba para el FBI, es una de las grandes estupideces que cometieron esos investigadores de alcantarillas.
Si Trotsky hubiese trabajado para el Gobierno de Estados Unidos o el FBI, primero, se lo hubiesen llevado a vivir con todas las medidas de seguridad a Washington; no hubiera habido posibilidad que Mercader lo asesinara; hubiese sido el comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial; en varios países donde se impuso el régimen denominado socialista no se hubiese materializado y, de seguro, le hubiesen otorgado el Premio Nobel de la Paz en 1945. En la política los mojones son cosas de cañerías de aguas sucias pero no de aguas limpias. ¡Viva Trotsky! ¡Abajo el Gobierno de Estados Unidos!
https://www.aporrea.org/internacionales/a169029.html
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